viernes, 26 de agosto de 2011

Pesadillas. Daños Colaterales. Parte 2



Son muchas las noches, últimamente demasiadas...las que me despierto gimiendo y llorando. Algo continúa visitándome en los sueños y es por las noches cuando le gusta frecuentarme. Para, al día siguiente, despertar una mañana más...agotada, abatida y triste. La tristeza no quiere irse, ni el miedo que se ha quedado viviendo perpetuo en  mi subconsciente. Por las noches le gusta asaltarme con historias que mi cerebro crea a partir de las vivencias que pasé con El Ancla. 

Hace dos días soñé que El Ancla venía a por mí y me volvía a decir que me quedaría sola, que no valía una mierda, que no servía para nada, que ningún hombre querría estar conmigo por que era detestable, rara, fría, rígida y sin valor alguno como persona. El Ancla, en los sueños, siempre se presenta como un ente, casi transparente, lleno de odio, deseoso de causarme todavía más daño. Tras este contacto y acto seguido mi mente recreó una discusión con mi pareja actual, en la que él, me decía que nunca me lo había dicho antes, pero que quería dejar la relación por que yo era...sí....todo aquéllo que  El Ancla decía. En mi pesadilla, mis oídos no daban crédito, mi mundo se desmoronaba...creía que estaba viviendo nuevamente una doble realidad en la que otra pareja volvía a engañarme habiéndome hecho creer que todo iba bien, cuando realmente me detestaba y estaba conmigo sólo por pena. 

Menos mal que sólo es un sueño, eso me recuerda Mi Ángel, mientras me abraza con fuerza hasta que consigue zafarme de los brazos de la pesadilla.

Han habido noches más duras y otras menos: noches de muertes (obviamente yo era la víctima), dónde he muerto mil veces de diferentes formas; noches de insultos, noches de inquietudes por los hijos, noches de reproches, noches que muchas veces amargaron mis días y que  fecha de hoy continúan haciéndolo a pesar de que trato de ser positiva. Es muy duro seguir hacia adelante. Hay tantas cosas que perdí con esta experiencia y que me encantaría recuperar. Desde aquéllo veo mi propia vida como una película, me siento muchas veces incapaz de amar, de sentir,de reír e incluso de hablar. 

Hoy al recoger a mi hijo lo he achuchado muchísimo, por que me doy cuenta, que esta tristeza muchas veces (no todos mis días son iguales), me impide sentir algo: amor, odio, alegría e incluso me impide sentir a través de los sentidos. Esa maldita tristeza libra conmigo una guerra que me aísla del mundo en el que vivo. Quiero ser libre pero todavía a día de hoy no consigo sentirme como necesito.

Viajera Incansable


martes, 23 de agosto de 2011

Mis daños colaterales. Parte 1

Cuando dejas de convivir con un hombre que te maltrata tu prioridad es sobrevivir, por que normalmente  -al menos en mi caso- los daños psicológicos que te causa, te inhabilita para pensar en futuro y para tener objetivo alguno. Digamos que yo me sentí desorientada, confundida, mareada y "mazada" mentalmente. Es como salir de una larga enfermedad que te ha dejado "hecha polvo" (quiero que el lector pueda sentir en su propio cuerpo el estado de malestar en el que estoy tratando de describirle).


Cuando la seguridad de la orden de protección empieza a hacer efecto comienzas a hacer una valoración de lo muy destrozada que está tu vida, de que tú dejaste de ser tú y de que tu alma ya no habita en tu cuerpo. Cuando estás débil es muy fácil que vuelvas a caer en las redes de Los Anclas, es quizás, el momento más delicado en el que tienes que hacer acopio de fuerzas para continuar con tu batalla personal de abandonar a esa persona que no te quiere y que nunca te ha querido, que sólo te utiliza como fin de demostrarse lo genial que él es y lo mierda que eres tú, sólo por ser una mujer. Una mujer débil, que tiene la culpa de todas las desgracias que ocurren en tu vida. La crueldad de Los Anclas es increíble, no tiene fin y siempre puede llegar a ser superior en cada momento. 

Imagínate algo así...durante la fase de enamoramiento El Ancla quiere saber mucho sobre tí, te hará muchas preguntas, si tienes muchos o pocos amigos, cual es el tipo de relación que mantienes con tus familiares, con tus vecinos...vamos que se hará un mapa mental de como te relacionas con el mundo, quizás no lo haga de forma consciente...pero lo cierto es que todo eso lo utilizará contra tí en cuanto empieces a darte cuenta de que no es tan maravilloso como te ha hecho creer, de que en su historia de vida hay muchas partes que no te ha contado. Un Ancla tiene una historia de vida, a veces como un puzzle incompleto, sabes que te faltan piezas... pero él sabe ganarse tu confianza, como ha sabido ganarse la confianza de todas las mujeres con las que ha estado antes. Rara será la vez que no haya engañado antes a otra mujer. Voy a lo que iba a contarte...imagínate que le cuentas que en la infancia viviste un episodio traumático con un familiar tuyo (sí, puedes ponerte en lo peor...) El Ancla te dirá en algún momento algo del estilo "Te vas, seguro que irás junto a X, para que pueda seguir f.... como lo hacía"....


Dejo este espacio en blanco para tu reflexión y para tu introspección personal...



La crueldad no tiene fin para Los Anclas, no tienen límites y les da igual todo, todo menos que los de fuera de tu jaula se enteren de quienes son en realidad. A Los Anclas les importan mucho la imagen que proyectan. Mientras la suya brilla...la tuya poco a poco va desapareciendo del espejo...


Imagen obtenida del blog http://blogsdelagente.com



Viajera Incansable

viernes, 12 de agosto de 2011

La Búsqueda Interminable

Cuanto va cambiando la vida...a veces. Por que esta se empeña muchas veces que tus cambios han de hacerse todos en la misma semana, aunque después, el resto del año, estés clamando al cielo, por que alguna novedad ocurra en tu vida.

Recientemente, he cambiado de empleo, soy una de esas personas afortunadas en haber encontrado un buen trabajo temporal que me permitirá estar más tiempo con los míos. Esto, hoy en día, parece una panacea, alternar vida social-familiar con vida laboral es un sueño que para muchas mujeres todavía se queda muy lejos de alcanzar. Y pensando sobre como llevo el año...mientras proyecto mi imagen sobre el pasado voy cayendo en la cuenta de que la búsqueda de la felicidad nunca termina a lo largo de la vida, cuando necesitas un cambio y este aparece, te llenas de temores, te preguntas si te irá bien, que sucederá si...; durante ese rato que te dedicas a divagar la felicidad que te inundaba se hace pequeña para dar paso a las preocupaciones, algunas más de las que ya tenías, adquiridas de tus problemas cotidianos y de tus problemas de vida. Por que sí... las que venimos de situaciones de maltrato...no dejamos de luchar cada día, incluso tenemos que luchar contra nuestros propios pensamientos, muchas veces negativos y descalificativos hacia nosotras mismas. Es la semilla muerta que vive en nuestro interior y que se alimenta de nuestra debilidad. Cuando te das cuenta, la sensación de felicidad se ha esfumado por completo. Cada día tienes que hacer tus ejercicios cotidianos para poder traer la positividad a tu vida, ejercicios para ver lo maravillosa que es la vida a pesar que dentro de tí existe ese estado de alerta continua a que va a pasar algo.

Todavía hoy me doy cuenta y afirmo que nunca voy a poder superar el tener que lidiar toda mi vida con el padre de mi hijo, a pesar de que existe un lugar seguro dónde puedo entregar a mi hijo para que se relacione con su padre biológico. Miedos y miedos van surgiendo tras cada visita. El siempre quiere más... y mi hijo ahora es su objetivo, como aquel que necesita tener todos los trofeos a la vista de todo el mundo, para que el mundo le pregunté como alcanzó tal hazaña. No quiero que mi hijo sea el trofeo de una persona inestable, que me destrozó la vida en mil pedazos. Y ahora en este momento, me siento temblar por dentro, por que a veces escribir es como una terapia personal en la que doy forma a mis emociones. Y lo cierto es que cuanto más digo miedo, más miedo, más temor siento a que todo vaya mal. A que mi hijo ahora tan maleable, se convierta en un hombre idéntico a su padre, mi ángel tentado por su propia sangre. Y al mismo tiempo pienso que yo estoy aquí para ayudarle, para protegerle, para enseñarle que hay otros caminos, pero es que resulta tan cansado estar siempre luchando. Creo que no se vivir en paz, disfrutar lo que tengo, que es más de lo que nunca tuve, creo que nunca voy a superar esto y en este convencimiento lucho contra mí misma por que no quiero aceptar esta parte de mí. A veces siento amargor en mi corazón y me duele tanto sentirme así, me duele pensar que estoy amargando con este sufrimiento a los que están a mi lado, es como vivir una depresión que te ataca un día, te lo estropea y luego se va, se va por que no paras de repetirte: mañana será otro día y pasa el día...y uno nuevo llega, el amargor se ha ido...y tú vuelves a ser lo mejor de tí misma, vuelves a darle lo mejor de tí a todos los que están a tu alrededor.

Y me paso la vida en busca de esa felicidad de quince segundos, para sumarla al historial de felicidades instantáneas. Y lo cierto es que soy feliz, pero he sufrido tanto, que me siento incapaz de sentirla plenamente o al menos como me gustaría hacerlo.

Viajera Incansable.