viernes, 12 de agosto de 2011

La Búsqueda Interminable

Cuanto va cambiando la vida...a veces. Por que esta se empeña muchas veces que tus cambios han de hacerse todos en la misma semana, aunque después, el resto del año, estés clamando al cielo, por que alguna novedad ocurra en tu vida.

Recientemente, he cambiado de empleo, soy una de esas personas afortunadas en haber encontrado un buen trabajo temporal que me permitirá estar más tiempo con los míos. Esto, hoy en día, parece una panacea, alternar vida social-familiar con vida laboral es un sueño que para muchas mujeres todavía se queda muy lejos de alcanzar. Y pensando sobre como llevo el año...mientras proyecto mi imagen sobre el pasado voy cayendo en la cuenta de que la búsqueda de la felicidad nunca termina a lo largo de la vida, cuando necesitas un cambio y este aparece, te llenas de temores, te preguntas si te irá bien, que sucederá si...; durante ese rato que te dedicas a divagar la felicidad que te inundaba se hace pequeña para dar paso a las preocupaciones, algunas más de las que ya tenías, adquiridas de tus problemas cotidianos y de tus problemas de vida. Por que sí... las que venimos de situaciones de maltrato...no dejamos de luchar cada día, incluso tenemos que luchar contra nuestros propios pensamientos, muchas veces negativos y descalificativos hacia nosotras mismas. Es la semilla muerta que vive en nuestro interior y que se alimenta de nuestra debilidad. Cuando te das cuenta, la sensación de felicidad se ha esfumado por completo. Cada día tienes que hacer tus ejercicios cotidianos para poder traer la positividad a tu vida, ejercicios para ver lo maravillosa que es la vida a pesar que dentro de tí existe ese estado de alerta continua a que va a pasar algo.

Todavía hoy me doy cuenta y afirmo que nunca voy a poder superar el tener que lidiar toda mi vida con el padre de mi hijo, a pesar de que existe un lugar seguro dónde puedo entregar a mi hijo para que se relacione con su padre biológico. Miedos y miedos van surgiendo tras cada visita. El siempre quiere más... y mi hijo ahora es su objetivo, como aquel que necesita tener todos los trofeos a la vista de todo el mundo, para que el mundo le pregunté como alcanzó tal hazaña. No quiero que mi hijo sea el trofeo de una persona inestable, que me destrozó la vida en mil pedazos. Y ahora en este momento, me siento temblar por dentro, por que a veces escribir es como una terapia personal en la que doy forma a mis emociones. Y lo cierto es que cuanto más digo miedo, más miedo, más temor siento a que todo vaya mal. A que mi hijo ahora tan maleable, se convierta en un hombre idéntico a su padre, mi ángel tentado por su propia sangre. Y al mismo tiempo pienso que yo estoy aquí para ayudarle, para protegerle, para enseñarle que hay otros caminos, pero es que resulta tan cansado estar siempre luchando. Creo que no se vivir en paz, disfrutar lo que tengo, que es más de lo que nunca tuve, creo que nunca voy a superar esto y en este convencimiento lucho contra mí misma por que no quiero aceptar esta parte de mí. A veces siento amargor en mi corazón y me duele tanto sentirme así, me duele pensar que estoy amargando con este sufrimiento a los que están a mi lado, es como vivir una depresión que te ataca un día, te lo estropea y luego se va, se va por que no paras de repetirte: mañana será otro día y pasa el día...y uno nuevo llega, el amargor se ha ido...y tú vuelves a ser lo mejor de tí misma, vuelves a darle lo mejor de tí a todos los que están a tu alrededor.

Y me paso la vida en busca de esa felicidad de quince segundos, para sumarla al historial de felicidades instantáneas. Y lo cierto es que soy feliz, pero he sufrido tanto, que me siento incapaz de sentirla plenamente o al menos como me gustaría hacerlo.

Viajera Incansable.

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